Dejar ir la liebre, para poder ver la ruta de la ciencia que necesitamos

Autora: Ph.D. Patricia Castillo-Briceño 

01 de septiembre, 2023

Patricia Castillo-Briceño

La investigación, las ciencias, y las tecnologías son herramientas de desarrollo para los pueblos, y no lujos de países ricos. De hecho, los países con  altos ingresos económicos han logrado serlo y mantenerse a través del avance tecnológico, lo que implica investigación, experimentación, y actualización continua. Recordemos que las naciones del mundo empezaron como asentamientos de extracción y cultivo de alimentos y otros recursos naturales consumibles e intercambiables; pero quienes se movieron hacia generar conocimiento y desarrollar tecnologías de industrialización son las que lograron mayor desarrollo económico.  Y si bien la riqueza sola no basta para un desarrollo integral y sostenible, la pobreza sí basta para impedirlo. Las brechas tecnológicas entre naciones, profundizan las brechas económicas existentes, reflejándose en las drásticas desigualdades de desarrollo que existen entre regiones y países. Y en este escenario se incorporan desafíos adicionales por la crisis climática y la polarización política, que se están intensificando tanto local como globalmente.  Resolver esta situación es complejo, aunque existen numerosas  iniciativas articuladas en mecanismos de colaboración y acciones que mitigan los impactos; su alcance es limitado si no se elimina la causa. En esta línea de reflexión, los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODSs,https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/sustainable-development-goals/)  de Naciones Unidas representan un avance, al definir el desarrollo en función de indicadores sociales, ambientales y de bienestar, a la vez que llaman a la formación alianzas intersectoriales y una colaboración internacional responsable.

Los indicadores de los ODS muestran la sinergia del avance científico y tecnológico con  la reducción de la pobreza y la cobertura de necesidades básicas,  bajo condiciones de equidad e igualdad que son esenciales para lograr la paz y justicia entre naciones; pero su avance no tiene la velocidad y alcance suficientes, incluso hay retrocesos. En Ecuador (https://unstats.un.org/sdgs/dataportal/countryprofiles/ECU), por ejemplo,  la población bajo el umbral de pobreza extrema de redujo a 3.6% en 2021, pero los niveles de pobreza multidimensional fueron de 38% en 2022; las áreas protegidas terrestres aumentaron en 10.5%, pero la cobertura de bosque disminuyó en 5% en 2022; el ingreso a educación temprana fue de 81,9% en 2021, pero menos del 40% de estudiantes de 15 años y el 28% de adultos alcanzaron el mínimo de comprensión lectora en 2020 (Reporte GEM 2020, UNESCO). Estas debilidades en la consecución de los ODS se repite en varios países del Sur Global, y además de mostrar que las medidas tomadas son insuficientes, permite ver que monitorear el desarrollo más allá de la acumulación de ingresos de las naciones, debe fundamentarse en una reestructuración del qué es y cómo lograr el desarrollo integral y sustentable, y en ello la investigación tiene un papel fundamental. En síntesis, no podemos andar el mismo camino y esperar llegar a otro destino solo con pasar de medir en millas a medir en kilómetros – debemos tomar otra ruta. 

Vivimos la paradoja de un Sur Global que en el siglo 21 sigue persiguiendo a la liebre de la industrialización, para “superar” el rol de exportadores de materias primas, aunque es seguir un camino que sabemos que termina en desigualdades, conflictos bélicos,  pandemia, y crisis climática. Mientras los países industrializados, el Norte Global, están girando hacia la “real food” y similares, o lo que nosotros llamamos comida: frutas, verduras, animales de campo. ¿Significa que debemos volver al agro de antaño y los teléfonos de disco? – No. Lo que significa es que nuestra visión de las ciencias y tecnología debe liberarse de seguir modelos diseñados e implementados para otros contextos y épocas, y pasar a identificar qué parte de la tecnología existente podemos mejorar  para que se adapte a nuestras necesidades y realidades e.g. climáticas, y de mercado, actuales y estimadas hasta fin de este siglo (que llevamos consumido en una cuarta parte ya). En un mundo cambiante las investigaciones deben proyectarse para no quedar obsoletas. Nuestro país, y el Sur Global como centros de producción de alimentos y alta biodiversidad, necesitan invertir fondos públicos y privados en investigación básica sobre recursos genéticos, y biodiversidad, pues ahí están las herramientas para enfrentar plagas, alteraciones climáticas, y pandemias a venir. Este desarrollo integral a través de I+D+i implica hacer alianzas intersectoriales e internacionales para que sea sostenible. Nuestros escenarios naturales altamente similares y sectores productivos alimentarios que requieren tecnologías de conservación de alimentos frescos de alta calidad, ahora que se están abandonando los ultraprocesados, nos conectan como Sur Global por sobre la distancia geopolítica. Empoderémonos de nuestros recursos genéticos y saberes ancestrales, fortalezcamos la diplomacia científica en un marco en las naciones del Sur y el Norte Globales se vean como pares con valor intrínseco para un desarrollo que nos permita seguir habitando el planeta que compartimos.

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