¿Deberíamos los liberales preocuparnos por la discriminación?

Sebastian Ariel Citrea

Coordinador Nacional del Centro en Estudiantes por la Libertad Argentina.

Sí, deberíamos. Si bien entendemos al liberalismo como el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo esto no debería empujarnos a aceptar de forma absoluta las decisiones privadas de otros sujetos, poniéndonos en una incómoda situación si juzgamos/criticamos el accionar de otro.


Las personas en el pleno ejercicio de nuestra libertad podemos escoger con quien nos reunimos, asociamos y contratamos. Sin embargo, muchas veces dichas decisiones se encuentran motivadas por prejuicios y odio hacia a la persona del otro; en razón del sexo, genero, color de piel, nacionalidad, posición socioeconómica, etc. Este tipo de discriminación es la que propongo discutir y criticar en el presente artículo.

El liberalismo defiende la neutralidad por parte del Estado hacia la toma de decisiones de los individuos. A todos se nos garantiza nuestro derecho a la libertad para decidir qué hacer con ella, debiendo el Estado abstenerse de actuar imponiendo su voluntad. Bajo la premisa de igualdad ante la ley, no deben existir prohibiciones arbitrarias ni privilegios para ningún individuo o grupo.

Si nos preguntamos ¿por qué el liberalismo defiende un sistema normativo centrado en la libertad individual? Rallo sostiene que su finalidad es permitir a cada persona perseguir sus propios proyectos vitales sin la interferencia de otros, con lo cual no tiene sentido ser indiferentes frente a ciertas actitudes o ideas que; aun sin mediar violencia, cercenen la libertad de otros. Este es el fundamento moral detrás de la neutralidad por parte del Estado que bien puede ser aplicado también a las relaciones humanas. Nadie debería coartar el accionar de otro, ni siquiera mediante vías no violentas.

Ahora bien, dicha libertad puede producir -y produce- distintas formas de discriminación y segregación frente a individuos debido al odio. Siendo que somos liberales ¿deberíamos aceptar dichos actos? Claro que no; sin embargo, tampoco debemos pedir que se castigue dicha actitud. Así como el Estado no debe discriminar a personas impidiéndoles el acceso a su libertad, no debe intervenir en la libre toma de decisiones de quienes toman dichas posturas.

¿Qué herramientas nos quedan? El activismo es una de ellas. La participación dentro de un movimiento, ya sea organizado o de manera espontánea en nuestro día a día, puede conducirnos a reducir estas formas de discriminación sin recurrir a la violencia estatal. Esto supone una manifestación civil de un deseo de modificar la realidad mediante el diálogo y el convencimiento, perfectamente compatible con el ideal de la libertad.

Finalizamos analizando 2 fuertes argumentos en contra de la discriminación por parte del liberalismo. El primero se encuentra en la misma idea de “permitir a cada persona perseguir sus propios proyectos vitales sin la interferencia de otros”. La violencia física no es el único modo de coaccionar a una persona o alejarla de sus propios fines personales, podemos hacerlo también por ejemplo mediante la discriminación; impidiendo que acceda a determinados círculos u oportunidades que podrían acercarlo a dichos fines. Partiendo de la base que los liberales deseamos que todos puedan perseguir sus objetivos sin interferencia de terceros, no tendría mucho sentido defender la discriminación como institución social creada en base al orden espontáneo -aun cuando esta sea producto de la libre interacción de las personas-.

El segundo argumento es más bien histórico. Prácticamente todas las formas de discriminación contra las mujeres, homosexuales, extranjeros, etc. que hoy existen se deben a distintas restricciones impuestas por el Estado a lo largo de muchos años. Y, si bien dicho menoscabo a sus libertades hoy no existe más -a nivel legal- tantos años de opresión dejan marcas creando instituciones sociales que perduran aun luego de haber sido abolidas.

Es importante defender la libertad de todos y cada uno de los individuos, por eso debemos luchar contra la discriminación. No desde el Estado o la imposición de leyes, sino desde el activismo civil y el diálogo para conseguir sociedades más libres y abiertas. El liberalismo está basado en este ideal, el ideal del igual respeto y consideración: el ideal de la libertad.

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